Como de vez en cuando nos gusta detenernos en esas figuras que han hecho del cine un arte mágico y que nunca se detuvieron ante impedimentos técnicos para desarrollar toda su fantasía y compartirla con el público, pues no podía faltar una cita con Eiji Tsuburaya.
Estamos, como en tantos otros casos ya comentados en este blog, ante un artesano del cine que, tras empezar como ayudante de cámara, empezaría a adquirir cierto renombre en el mundillo cinematográfico japonés posterior a la Segunda Guerra Mundial por sus detallados efectos especiales y sus maquetas extremadamente realistas (hizo una de la bahía de Pearl Harbour que hizo pensar a los americanos que había trabajado como espía y tuvo que abandonar por ello la productora Toho). Empezaría su carrera con filmes bélicos, fundamentalmente destinados a fines propagandísticos en favor del gobierno japonés.
Al volver a Toho, la productora se planteó realizar una película fantástica, que impresionara al público y muy influenciada por la guerra fría y la constante amenaza de ataque nuclear que se cernía sobre el mundo en los años 50 y 60. Nadie más que Tsuburaya podía encargarse de los efectos especiales de esta película. Así, piensa en un dinosaurio gigante que aterrorizará al planeta: nace Godzilla, o Gojira como dicen los japoneses, inaugurando todo un género del cine japonés, el kaiju eiga, o películas con monstruo gigante inclinado hacia la destrucción y el cataclismo. Godzilla se convertirá en una saga que dará grandes secundarios como la polilla Mothra, la tortuga Gamera o el monstruo tricéfalo King Ghidorah. Aunque al principio Tsuburaya pensó en la técnica del stop-motion para animar a sus criaturas, pronto cambió de opinión y optó por el modelo dompimponiano, es decir, que un actor se metía dentro del disfraz del monstruo en cuestión y arramplaba con decorados de corchopán creados al efecto. Haruo Nakajima sería el actor encargado de interpretar a Godzilla durante más de diez años.
Pero no se detuvo aquí la carrera de Tsuburaya, ya que llegó a crear su propia compañía de efectos especiales, y después su propia productora, Tsuburaya Productions, a la que debemos el nacimiento de otro personaje imperecedero y querido por nosotros todos: Ultraman.
Pero no se detuvo aquí la carrera de Tsuburaya, ya que llegó a crear su propia compañía de efectos especiales, y después su propia productora, Tsuburaya Productions, a la que debemos el nacimiento de otro personaje imperecedero y querido por nosotros todos: Ultraman.
En fin, no me alargo más. Sólo por haber dado a luz a estos dos personajes míticos, sensei Tsuburaya ya debe estar en el olimpo cinematográfico y para nosotros desde luego, lo está. Si queréis profundizar en la obra de este gran creador, os recomiendo el libro de August Ragone Eiji Tsuburaya: Master of Monsters, llenito de fotos e informaciones curiosas.