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martes, 4 de diciembre de 2012

Prometheus (2012)


Ansiada y esperada por muchos, adoradas por algunos (entre los que me encuentro) odiada por otros, aunque quizás sea por su comparación con la saga de Alien, con la que comparte cosas pero había que ir a verla sin pensar en que era una precuela de tan gloriosa saga. Pero creo que Ridley Scott supo hacer una buena película, aunque abriendo a unas secuelas que creo que ya estaban confirmadas con Noomi Rapace y Micahel Fassbender repitiendo papeles.

En esta película se nos plantea el origen de los seres humanos, a partir de una raza de seres extraterrestres, que a partir de su ADN, con el sacrificio de un humanoide, servirá como punto de partida de la aparición vida en la Tierra.

Ya en un futuro no tan lejano, allá por el 2089, dos arqueólogos, con sus estudios de las pinturas rupestres en diferentes culturas, observarán un mismo patrón, que coincide con un mapa estelar que nos indica la dirección de los Ingenieros, tomándolo como una invitación a visitarlos y conocer sus secretos. Para ello se embarcan en una aventura espacial que les llevará a visitar, dentro de la nave Prometheus a la luna LV-223 (no confundir con el asteroide LV-426 aquel donde nuestra querida Ripley los encuentros con nuestro terrorífico amigo alienígena que tantos sustos nos dio).

En este planeta se descubrirá cual era la intención de los creadores, se nos revelará el misterio Space Jockey y cual era la verdadera misión de la expedición hacia  nuestro futuro, o mejor dicho nuestro pasado.

El error que tiene la mayoría de la gente es querer compararla con la saga  Alien, ya que aunque orientado en el mismo universo, no suceden en el mismo planeta, no da la sensación de tanto agobio como la nave Nostromo, las instalaciones de la colonia que se instala en LV-426, la prisión en un planeta aislado y sus corredores o la nave que vuelve a  la Tierra, con un cargamento especial, ya que es más un espectáculo de ciencia ficción que de terror, aunque haya muchas dosis de él. 

miércoles, 19 de enero de 2011

Eiji Tsuburaya (1910-1970). El papá de Godzilla y Ultraman

Como de vez en cuando nos gusta detenernos en esas figuras que han hecho del cine un arte mágico y que nunca se detuvieron ante impedimentos técnicos para desarrollar toda su fantasía y compartirla con el público, pues no podía faltar una cita con Eiji Tsuburaya.
Estamos, como en tantos otros casos ya comentados en este blog, ante un artesano del cine que, tras empezar como ayudante de cámara, empezaría a adquirir cierto renombre en el mundillo cinematográfico japonés posterior a la Segunda Guerra Mundial por sus detallados efectos especiales y sus maquetas extremadamente realistas (hizo una de la bahía de Pearl Harbour que hizo pensar a los americanos que había trabajado como espía y tuvo que abandonar por ello la productora Toho). Empezaría su carrera con filmes bélicos, fundamentalmente destinados a fines propagandísticos en favor del gobierno japonés.
Al volver a Toho, la productora se planteó realizar una película fantástica, que impresionara al público y muy influenciada por la guerra fría y la constante amenaza de ataque nuclear que se cernía sobre el mundo en los años 50 y 60. Nadie más que Tsuburaya podía encargarse de los efectos especiales de esta película. Así, piensa en un dinosaurio gigante que aterrorizará al planeta: nace Godzilla, o Gojira como dicen los japoneses, inaugurando todo un género del cine japonés, el kaiju eiga, o películas con monstruo gigante inclinado hacia la destrucción y el cataclismo. Godzilla se convertirá en una saga que dará grandes secundarios como la polilla Mothra, la tortuga Gamera o el monstruo tricéfalo King Ghidorah. Aunque al principio Tsuburaya pensó en la técnica del stop-motion para animar a sus criaturas, pronto cambió de opinión y optó por el modelo dompimponiano, es decir, que un actor se metía dentro del disfraz del monstruo en cuestión y arramplaba con decorados de corchopán creados al efecto. Haruo Nakajima sería el actor encargado de interpretar a Godzilla durante más de diez años.
Pero no se detuvo aquí la carrera de Tsuburaya, ya que llegó a crear su propia compañía de efectos especiales, y después su propia productora, Tsuburaya Productions, a la que debemos el nacimiento de otro personaje imperecedero y querido por nosotros todos: Ultraman.
En fin, no me alargo más. Sólo por haber dado a luz a estos dos personajes míticos, sensei Tsuburaya ya debe estar en el olimpo cinematográfico y para nosotros desde luego, lo está. Si queréis profundizar en la obra de este gran creador, os recomiendo el libro de August Ragone Eiji Tsuburaya: Master of Monsters, llenito de fotos e informaciones curiosas.

lunes, 22 de marzo de 2010

El último truco. Emilio Ruiz del Río

Si queréis sumergiros en la verdadera magia del cine, os recomiendo ver el documental El último truco. Emilio Ruiz del Río. En él, este maestro español de los efectos visuales nos desvelará sus secretos a la hora de crear escenarios. Este gran maquetista, pintor y escenógrafo, que trabajó en películas como El Cid (1961), La caída del Imperio Romano (1964), Doctor Zhivago (1965), 55 días en Pekín (1963), Conan el bárbaro (1982), Dune (1984) o El laberinto del fauno (2006), entre muchas otras, era capaz de transformar una plaza de toros en el gran Coliseo romano, una playa del Mar Menor en el Dunkerque de la Segunda Guerra Mundial, o el pueblo de Peralada en la ciudad de París. ¿Cómo? Pues con unas impresionantes maquetas, unos virtuosos paisajes pintados en cristal y mucha, muchísima imaginación jugando con la perspectiva.

Emilio Ruiz del Río y Ray Harryhausen en el rodaje de El viaje fantástico de Simbad (1974)

Grandes personajes del cine quisieron contar con los servicios de Emilio Ruiz, como el productor Dino de Lurentiis, con el que firmó un contrato de colaboración trabajando en multitud de sus películas, el gran Ray Harryhausen, para el que realizó los decorados de Simbad y la princesa (1958) y El viaje fantástico de Simbad (1974), o Guillermo del Toro, para el que trabajó en El laberinto del fauno (2006).

Un puente impresionante para Red Sonja (1985)

Emilio Ruiz falleció poco antes del estreno de este documental y con él quizá se vaya toda una forma de entender el cine, que inexorablemente se va perdiendo con el auge de los efectos digitales. Emilio jugaba a engañar el ojo y a hacernos creer lo que nos decía la pantalla. Porque, en realidad, eso es el cine: sentirnos voluntaria y deliciosamente engañados. Todo lo que aparece en plano es real y así lo dice Emilio en el documental: “el secreto es introducir la mentira en la verdad, hacer la mentira verdad”. En su web podéis acceder a fotos y curiosidades de los rodajes en los que participó. Personajes como Emilio Ruiz del Río han hecho del cine un arte mágico y, sólo por eso, desde aquí nuestro homenaje. Os dejo con un fragmento del documental.

sábado, 8 de agosto de 2009

El Arte del Engaño

Desde Cinema Gazine os animos a que os paséis a echar un ojo a la exposición "El Arte del Engaño" que hasta el 27 de Septiembre podréis disfrutar en el Palau Robert de Barcelona.En ella podréis aprender más acerca de los métodos para crear efectos especiales (no digitales) en la historia del cine. Desde las técnicas como el Stop-Motion y el Dinamation, que ya en los años 40, usaba el maestro Ray Harryhausen para crear su magia, hasta las últimas técnicas más punteras usadas por el equipo de DDT Efectos Especiales en películas como Hellboy o El Laberinto del Fauno.

La exposición está muy chula, definitivamente un buen plan para pasar una tarde diferente y divertida.