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jueves, 24 de diciembre de 2009

El Japón de Chris Marker

Chris Marker, cuyo verdadero nombre es Christian François Bouche-Villeneuve, es uno de los referentes del cine documental europeo, fuente de inspiración para muchos directores (entre ellos Terry Gilliam, cuyos Doce monos, recientemente comentados en este blog, están basados en el film de Marker La jetée) y en cuya obra ha mostrado un especial interés hacia Japón.

Es en su documental Sans soleil (1983) donde nos presenta su particular visión de Japón, pero también reflexiona sobre el tiempo, la falsedad de las imágenes que vemos en el cine o en la televisión y la pobreza en determinados países africanos. En cien minutos asistimos a todo un ensayo fílmico, género del que este autor es creador.
Cuando habla de Japón, Marker reflexiona sobre los excluidos de la sociedad, analizando la casta de los burakumin, a los que no se les permite acceder a determinados puestos de trabajo en Japón ni tener acceso a ciertos derechos sociales básicos. También nos habla de la sensibilidad de los japoneses hacia la contemplación de las cosas pequeñas y los fugaces instantes de felicidad. Y reflexiona sobre lo falso de las imágenes que nos llegan a través de diferentes pantallas y, por tanto, admitiendo que quizá el Japón que aparece en su pelícuila no es el Japón real, sino su Japón.
Toda la perlícula está dotada de una gran sensibilidad y un punto onírico, que hace que parezca que asistimos más a las imágenes de un sueño que al mundo real, todo ello trufado de reflexiones profundas sobre diversos temas, por lo que conviene verla más de una vez. Una joyita, no tiene desperdicio.Marker también se acercó a Japón en Le Mystère Koumiko (1965), A. K. (1985), homenaje al gran Akira Kurosawa y Level five (1996), donde analiza la situación de Okinawa, pero para mí su mejor obra es Sans soleil, que no sólo ofrece una reflexión sobre Japón sino sobre el tiempo, la memoria y el poder de las imágenes.

martes, 11 de agosto de 2009

Ran (Akira Kurosawa. 1985)

No puedo decir muchas cosas que no se hayan dicho ya de esta película y de su director, Akira Kurosawa, uno de los grandes genios del cine japonés y mundial. Se narra la historia del gran señor del clan Ichimonji, Hidetora, interpretado magistralmente por Tatsuya Nakadai, que decide repartir sus tierras y su poder entre sus tres hijos, Taro, Jiro y Saburo. Estos no aceptan el reparto y se desata el caos (es este precisamente el significado de la palabra Ran en japonés). Finalmente, Hidetora acaba enloquecido y errante junto a su bufón Kyoami, quizá siendo consciente del daño que él mismo ha creado.
Más allá de una película de samuráis, como sucede en todo el cine de Kurosawa, Ran es una reflexión sobre el comportamiento humano cuando este se deja guiar por sus más bajos instintos: la ambición de poder, los celos, la envidia... y la desgracia que este comportamiento causa sobre el que lo realiza y los que le rodean. El maestro Kurosawa declaró en alguna ocasión que sus personajes, por una razón u otra, se empeñaban en no ser felices. En mi opinión, sus personajes son demasiado humanos para serlo.Esta primavera tuve ocasion de asistir a una exposición en el Pera Museum de Estambul que mostraba las pinturas y dibujos que Kurosawa realizaba como storyboards de sus películas. No conocía esta faceta del director y me llamó muchísimo la atención que las obras se podían observar como auténticos cuadros, donde es muy clara la influecia de artistas como Van Gogh o Gauguin. Lo curioso es que, si veis Ran, observaréis que muchos planos también son auténticos cuadros en movimiento, por lo que creo que Kurosawa, ya en el final de su carrera, concibió esta película como su gran obra, y la dotó de una plasticidad que muchas veces es sobrecogedora, como en la escena de Hidetora completamente fuera de sí saliendo del castillo en llamas.
El cineasta francés Chris Marker realizó un documental titulado A.K. durante el rodaje de Ran, donde se ve claramente la aureola de maestro que envolvía al sensei, la meticulosidad en su trabajo y el respeto con el que trataba al equipo de rodaje. Kurosawa descendía de una antigua estirpe de samuráis, sólo que quizás él nació en el siglo equivocado y por eso se dedicó a hacer cine. En este documental, que os recomiendo, aparecen personas que trabajaron con él toda la vida, envejecieron con él y no supieron trabajar con otro director. Esto no ha sido inusual en el cine japonés y ya se dio con otros directores como Yasujiro Ozu (pero de él ya hablaremos en otra ocasión).
Kurosawa es y será una figura imponente del cine japonés y os recomiendo no sólo esta, sino todas sus películas porque creo que sirven para conocernos mejor a nosotros mismos. Como dice Kyoami, el bufón de Hidetora, en un momento de Ran, "en este mundo loco, sólo el loco es el verdadero cuerdo".