La nueva peli de Icíar Bollaín se aparta un poco de sus temáticas habituales, más intimistas y cercanas, para adentrarnos el el rodaje de una película en Bolivia sobre la conquista de América. Partiendo de ese concepto del cine dentro del cine, que ha dado resultados muy interesantes, la directora nos cuenta la historia de un director, interpretado por Gael García Benal, y un productor, Luis Tosar, embarcados en el proyecto de rodar una gran película sobre Cristóbal Colón.
El relato histórico sobre las penurias que los españoles hicieron pasar a los indígenas americanos, denunciadas una y mil veces por el fraile dominico Bartolomé de las Casas (recomiendo fervientemente la lectura de su Brevísima relación de la destruición de las Indias) e ignorada otras tantas por la Corona española, se entremezcla con los problemas actuales que el colectivo indígena sigue teniendo en países como Bolivia, donde este colectivo supone más del 60% de la población. En la peli se nos narra la lucha por el acceso al agua por parte de pequeñas comunidades campesinas y obreras en Cochabamba, y no se puede evitar el paralelismo entre ambos momentos históricos.
Pero también asistimos a personajes que, si bien en un primer momento parecen claramente definidos, irán evolucionando a lo largo del metraje, debiendo hacer frente a distintos dilemas morales que los obligarán a reaccionar y posicionarse. Todo ello apoyado en un gran trabajo actoral de Luis Tosar y Gael García Bernal, además de todos los extras que aparecen en la peli, muchos de ellos no profesionales.
Aunque al final parece que la peli se acelera un poco y se quieren contar demasiadas cosas en poco tiempo, el resultado final es bastante bueno y recomendable para ir al cine este finde.
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