Chris Marker, cuyo verdadero nombre es Christian François Bouche-Villeneuve, es uno de los referentes del cine documental europeo, fuente de inspiración para muchos directores (entre ellos Terry Gilliam, cuyos Doce monos, recientemente comentados en este blog, están basados en el film de Marker La jetée) y en cuya obra ha mostrado un especial interés hacia Japón.
Es en su documental Sans soleil (1983) donde nos presenta su particular visión de Japón, pero también reflexiona sobre el tiempo, la falsedad de las imágenes que vemos en el cine o en la televisión y la pobreza en determinados países africanos. En cien minutos asistimos a todo un ensayo fílmico, género del que este autor es creador.
Cuando habla de Japón, Marker reflexiona sobre los excluidos de la sociedad, analizando la casta de los burakumin, a los que no se les permite acceder a determinados puestos de trabajo en Japón ni tener acceso a ciertos derechos sociales básicos. También nos habla de la sensibilidad de los japoneses hacia la contemplación de las cosas pequeñas y los fugaces instantes de felicidad. Y reflexiona sobre lo falso de las imágenes que nos llegan a través de diferentes pantallas y, por tanto, admitiendo que quizá el Japón que aparece en su pelícuila no es el Japón real, sino su Japón.
Toda la perlícula está dotada de una gran sensibilidad y un punto onírico, que hace que parezca que asistimos más a las imágenes de un sueño que al mundo real, todo ello trufado de reflexiones profundas sobre diversos temas, por lo que conviene verla más de una vez. Una joyita, no tiene desperdicio.Marker también se acercó a Japón en Le Mystère Koumiko (1965), A. K. (1985), homenaje al gran Akira Kurosawa y Level five (1996), donde analiza la situación de Okinawa, pero para mí su mejor obra es Sans soleil, que no sólo ofrece una reflexión sobre Japón sino sobre el tiempo, la memoria y el poder de las imágenes.
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