Pues sí, esta ha sido la noticia con la que me he encontrado esta mañana en el periódico y me ha dado muchísima alegría, primero porque me encanta el cine de Hayao Miyazaki (el padre de la criatura) y segundo porque Totoro es una gran película. Creo recordar que la primera película del maestro fundador del Estudio Ghibli que vi fue Porco Rosso, pero siempre identificaré a Miyazaki con Totoro, su personaje fetiche, que incluso sirve de logotipo para su estudio.
Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro) se estrenó en 1988 y narra la historia de una familia que se traslada a vivir a una nueva casa en el campo. Las dos hijas de la familia irán descubriendo los secretos que alberga su nueva vivienda (incluidos unos curiosos duendes del polvo) y también los de la naturaleza que tienen a su alrededor. Uno de esos secretos será la aparición de Totoro, un duende del bosque al que le encanta dormir mientras las mariposas revolotean en su barriga. Sólo Miyazaki sabe llegar a transmitir de manera perfecta el sentimiento de asombro continuo que supone para un niño su descubrimiento de la naturaleza, como hemos visto recientemente en Ponyo en el acantilado (podéis ver la entrada que le dedicó Harryhausaniano recientemente). Si lo que se descubre es una criatura inmensa que se fabrica paraguas con hojas de árbol y se desplaza en un gatobús (entrañable gatobús) sólo podremos decir que a las niñas les encantará su nuevo lugar de residencia.
Tiempo habrá de dedicar una entrada más extensa al gran sensei Miyazaki, padre de una obra monumental no sólo para el cine de animación sino para el cine en general. Después de Totoro vendrían la magnífica Porco Rosso, el Oso de Oro y el Óscar a la mejor película de animación por El viaje de Chihiro, el reconocimiento internacional y un regalo por cada nuevo estreno, pero para los que leíamos manga y veíamos anime en la precariedad editorial y videográfica de aquellos lejanos 90, Miyazaki siempre irá unido a Totoro. Por cierto, y hablando de precariedad, hoy en día multitud de películas del Estudio Ghibli, incluida la que nos ocupa, no están editadas en DVD en España, lo cual roza lo surrealista. Sobra decir que alguien debería solucionar esto de inmediato. Mientras, yo sigo conservando el VHS y un DVD de importación (siempre nos quedará internet).
¡Salud, maestro Mityazaki!
Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro) se estrenó en 1988 y narra la historia de una familia que se traslada a vivir a una nueva casa en el campo. Las dos hijas de la familia irán descubriendo los secretos que alberga su nueva vivienda (incluidos unos curiosos duendes del polvo) y también los de la naturaleza que tienen a su alrededor. Uno de esos secretos será la aparición de Totoro, un duende del bosque al que le encanta dormir mientras las mariposas revolotean en su barriga. Sólo Miyazaki sabe llegar a transmitir de manera perfecta el sentimiento de asombro continuo que supone para un niño su descubrimiento de la naturaleza, como hemos visto recientemente en Ponyo en el acantilado (podéis ver la entrada que le dedicó Harryhausaniano recientemente). Si lo que se descubre es una criatura inmensa que se fabrica paraguas con hojas de árbol y se desplaza en un gatobús (entrañable gatobús) sólo podremos decir que a las niñas les encantará su nuevo lugar de residencia.
Tiempo habrá de dedicar una entrada más extensa al gran sensei Miyazaki, padre de una obra monumental no sólo para el cine de animación sino para el cine en general. Después de Totoro vendrían la magnífica Porco Rosso, el Oso de Oro y el Óscar a la mejor película de animación por El viaje de Chihiro, el reconocimiento internacional y un regalo por cada nuevo estreno, pero para los que leíamos manga y veíamos anime en la precariedad editorial y videográfica de aquellos lejanos 90, Miyazaki siempre irá unido a Totoro. Por cierto, y hablando de precariedad, hoy en día multitud de películas del Estudio Ghibli, incluida la que nos ocupa, no están editadas en DVD en España, lo cual roza lo surrealista. Sobra decir que alguien debería solucionar esto de inmediato. Mientras, yo sigo conservando el VHS y un DVD de importación (siempre nos quedará internet).
¡Salud, maestro Mityazaki!
Quién pudiera ir todos los días a la facultad monatando en un gatobus... mundo mundo.
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