Esta película de Michelangelo Antonioni nos cuenta la historia de un fotógrafo de moda que encuentra una pareja en un parque y comienza a fotografiarlos sin saber que, además, está fotografiando otra cosa. A partir de ahí Antonioni nos introduce en un relato, basado en un cuento de Julio Cortázar, sobre los secretos que encierran las imágenes y lo engañosa que es a veces la realidad. El fotógrafo, con sucesivas ampliaciones de sus fotos (blow up significa ampliación en inglés) tratará de desentrañar los misterios que encierran.
Tres apariciones femeninas estelares: 1. La de la modelo Verushka von Lehndorff, a quien vemos sobre estas líneas y que mantedrá con el prota, David Hemmings, una sesión fotográfica más que calentita. 2. La de Vanessa Redgrave como mujer fotografiada que quiere recuperar el carrete fotográfico a cambio de lo que sea (¿qué esconde ese carrete?) y cuya tensión sexual con el prota no es menos intensa que la de la anterior. 3. La de Jane Birkin, de la que siempre me he declarado perdidamente enamorado y que aparece fugazmente como una modelo joven e inexperta que acaba medio desnuda junto con otra modelo y el fotógrafo entre papeles y prendas de ropa.
La secuencia final, en la que el protagonista se encuentra con un partido de tenis jugado por mimos, sin pelota ni raquetas nos resume toda la película: a veces la realidad nos engaña y no nos podemos fiar de lo que ven nuestros ojos.
Por último, no me he podido resistir a poner una foto de Jane Birkin porque para mí no ha existido nunca una actriz más guapa delante de una cámara (ni detrás, ni al lado). En la foto aparece junto al que fue su pareja durante diez años, Serge Gainsbourg, auténtico dios de la chanson française, y junto al que perpetró una canción irrepetible, sexual, provocativa y eterna: Je t'aime, moi non plus.
La secuencia final, en la que el protagonista se encuentra con un partido de tenis jugado por mimos, sin pelota ni raquetas nos resume toda la película: a veces la realidad nos engaña y no nos podemos fiar de lo que ven nuestros ojos.
Por último, no me he podido resistir a poner una foto de Jane Birkin porque para mí no ha existido nunca una actriz más guapa delante de una cámara (ni detrás, ni al lado). En la foto aparece junto al que fue su pareja durante diez años, Serge Gainsbourg, auténtico dios de la chanson française, y junto al que perpetró una canción irrepetible, sexual, provocativa y eterna: Je t'aime, moi non plus.
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