sábado, 3 de octubre de 2009

Los límites del control

El viernes se estrenó la última película de Jim Jarmusch, Los límites del control. Después de las muy interesantes Ghost Dog (1999), una de las pocas películas norteamericanas que se acerca al mito del samurái sin clichés ni estereotipos (mítico Forest Whitaker en esta peli), y Flores rotas (2005), donde Bill Murray vuelve a dar otra lección interpretativa, Jarmusch nos ofrece esta película muy difícil de calificar.

Lo primero que hay que decir es que está rodada en España, concretamente en Madrid, Sevilla y Almería y, lejos de ofrecer una visión tópica y turística del país, como ya vimos en Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen (del que por otro lado me declaro fan incondicional, que conste), se sirve muy bien de los escenarios que le brindan estas ciudades para crear una atmósfera perfecta de cine negro, que nos recuerda a películas francesas o italianas de los años 70. No es casualidad que Jarmusch diga que siempre tiene a Antonioni en la cabeza. La presencia impactante de las Torres Blancas de la avenida de América de Madrid es un hallazgo cinematográfico que alguien debería haber descubierto antes.

La película narra la historia de un hombre solitario, interpretado por Isaach de Bankolé, que recibe un misterioso encargo (el cual se desvelará al final) y debe ir recibiendo instrucciones de curiosos personajes que se van cruzando con él durante su periplo por España. Estos personajes, que siempre comienzan su conversación con el protagonista preguntándole: "Usted no habla español, ¿verdad?", mantienen con él conversaciones crípticas donde se hace referencia al cine, el arte, la ciencia, entre otras, para después entregarle una caja de cerillas con nuevas instrucciones. Destacaría entre ellos a la gran Tilda Swinton (cuyas imágenes vestida de cowgirl retrofuturista caminando por Malasaña son de lo mejor de la peli), al maestro John Hurt, gran actor del cine británico, a Luis Tosar, el primer personaje con el que se cruza "el solitario" y por supuesto a Bill Murray, que vuelve a aparecer aquí.

No es una pelicula fácil de ver pero me ha gustado mucho. La atmósfera creada por el director es perfecta para la historia que quiere contar y, aunque el guión es mínimo ("el solitario" no habla gran cosa durante el metraje), creo que es el necesario para mantener el misterio de la trama . Además, la repetición del ritual en cada nuevo encuentro con los otros personajes le da un toque cómico y absurdo que contrasta con la seriedad continua del protagonista. No se hacen muchas películas como esta últimamente, así que son muy de agradecer.

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