El mito vampírico ha apasionado al cine casi desde sus inicios, aunque la imagen del vampiro ha ido cambiando a lo largo de las décadas. Vamos a verlo.
La primera gran película que trata el tema es Nosferatu, dirigida por F. W. Murnau en 1922. De hecho es la primera peli que trata la leyenda del conde Drácula, pero este nombre no pudo aparecer en el título por problemas con los derechos de autor. El personaje de Nosferatu, interpretando magistral e inquietantemente por el actor Max Schreck, es un vampiro atávico, primitivo y tenebroso, que se acompaña de ratas y es muy, muy oscuro. Los juegos de sombras, las magníficas interpretaciones y los enfoques y tomas revolucionarios para la época hacen de esta peli una joya del expresionismo alemán y del cine en general.Después llegará la Universal con su inolvidable grupo de monstruos que han quedado para siempre en el Olimpo del cine fantástico: el monstruo de Frankenstein, el hombre-lobo, el fantasma de la ópera y, por supuesto, el conde Drácula. Será Bela Lugosi el que dé vida a este personaje por primera vez en Drácula (1931). Dirigida por el gran Tod Browning, la peli nos muestra un Drácula más aristocrático y refinado, al que sólo Lugosi, húngaro de nacimiento, podía dar ese acentro transilvano tan mítico. Inolvidable.
Ya en los 60-70 aparecerá la productora británica Hammer, a la que debemos una amplia filmografía en el género fanta-terrorífico y otro gran conde Drácula: el interpretado por Christopher Lee. Este es un Drácula más kistch, visión en la que influye que las películas ya están rodadas en color y que el mundo vive en aquellos años el apogeo del movimiento hippy y el surgimiento de la cultura pop. Ah! y como complemento mítico para Lee, Peter Cushing interpretando a Van Helsing.
Ya en los 90 aparece la versión de Francis Ford Coppola en 1992. En ella ya aparecen atisbos del conde atormentado porque tiene que luchar entre el amor de una mujer y su sed de sangre, todo ello en una atmósfera con elementos muy góticos y románticos, que nos remiten al siglo XIX.
En estos años renace la fiebre por los vampiros y aparecerá también Entrevista con el vampiro (1994) que ahondará en esa atmósfera gótica y siniestra.
En 1998 se estrena la primera parte de la saga Blade (1998, 2002 y 2004), que nos muestra a un vampiro tecnológico y experto en artes marciales, muy influenciado por el cine asiático del género, como las películas de Jet Li.
En esta primera década del siglo XXI, las películas sobre vampiros han tratado de integrar a estos en la sociedad, haciendo más hincapié en su lado humano y su capacidad de establecer relaciones con personas, ya sea de amistad o incluso de amor. Como ejemplo de las primeras tenemos Déjame entrar (2008) interesante pelíula sueca sobre la amistad entre un niño humano y una niña vampira.Como ejemplo de las segundas tenemos la saga Crepúsculo, auténtico fenómeno adolescente de masas que narra la historia de amor apasionado entre una joven humana y un vampiro, tema ya tratado en algunas fases de la entrañable serie Buffy Cazavampiros, y que sigue utilizando esa inadaptación del vampiro a la vida humana y los elementos góticos como fuentes de atracción.
No sé qué tiene el mito del vampiro que nos atrae tanto. Quizá sea esa eterna lucha entre su voluntad de ser uno más y su sed de sangre, que le hace totalmente incapaz de ello. O quizá el erotismo evidente en sus relaciones con los humanos. Lo que sí tengo claro es que seguirá habiendo películas de vampiros por mucho tiempo, y que podremos seguir disfrutando con ellas.
Ya en los 60-70 aparecerá la productora británica Hammer, a la que debemos una amplia filmografía en el género fanta-terrorífico y otro gran conde Drácula: el interpretado por Christopher Lee. Este es un Drácula más kistch, visión en la que influye que las películas ya están rodadas en color y que el mundo vive en aquellos años el apogeo del movimiento hippy y el surgimiento de la cultura pop. Ah! y como complemento mítico para Lee, Peter Cushing interpretando a Van Helsing.
Ya en los 90 aparece la versión de Francis Ford Coppola en 1992. En ella ya aparecen atisbos del conde atormentado porque tiene que luchar entre el amor de una mujer y su sed de sangre, todo ello en una atmósfera con elementos muy góticos y románticos, que nos remiten al siglo XIX.
En estos años renace la fiebre por los vampiros y aparecerá también Entrevista con el vampiro (1994) que ahondará en esa atmósfera gótica y siniestra.
En 1998 se estrena la primera parte de la saga Blade (1998, 2002 y 2004), que nos muestra a un vampiro tecnológico y experto en artes marciales, muy influenciado por el cine asiático del género, como las películas de Jet Li.
En esta primera década del siglo XXI, las películas sobre vampiros han tratado de integrar a estos en la sociedad, haciendo más hincapié en su lado humano y su capacidad de establecer relaciones con personas, ya sea de amistad o incluso de amor. Como ejemplo de las primeras tenemos Déjame entrar (2008) interesante pelíula sueca sobre la amistad entre un niño humano y una niña vampira.Como ejemplo de las segundas tenemos la saga Crepúsculo, auténtico fenómeno adolescente de masas que narra la historia de amor apasionado entre una joven humana y un vampiro, tema ya tratado en algunas fases de la entrañable serie Buffy Cazavampiros, y que sigue utilizando esa inadaptación del vampiro a la vida humana y los elementos góticos como fuentes de atracción.
No sé qué tiene el mito del vampiro que nos atrae tanto. Quizá sea esa eterna lucha entre su voluntad de ser uno más y su sed de sangre, que le hace totalmente incapaz de ello. O quizá el erotismo evidente en sus relaciones con los humanos. Lo que sí tengo claro es que seguirá habiendo películas de vampiros por mucho tiempo, y que podremos seguir disfrutando con ellas.
Estas profundo últimamente. Reconozco que los vampiros me atraen, pero soy más de hombres lobo me parecen más majos y menos snob.
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