viernes, 20 de noviembre de 2009

Homenaje a un director: Takeshi Kitano

Estábamos tardando ya en hacer un homenaje a este coloso del cine japonés: el gran Takeshi Kitano. Podemos decir que Kitano se hizo indirectamente famoso en España a través de aquel mítico y entrañable programa que emitía Telecinco los fines de semana y que llevaba por título Humor Amarillo (en su versión original se llamaba El Castillo de Takeshi). Digo indirectamente porque no todo el mundo sabe que este programa fue creado por él. Para mí, alguien capaz de crear esta joya de la televisión mundial tiene todos mis respetos, o ¿acaso no es la vida a veces un puente colgante que hay que cruzar mientras recibimos cañonazos de Nakasone, o un laberinto del Chinotauro en el que no sabes qué te vas a encontrar? Desde aquí reivindico el Castillo de Takeshi como metáfora de la vida. Queda dicho.
Pasando a examinar la carrera cinematográfica de Kitano, no me detendré en todas sus pelis, sino sólo en aquellas con recuerdos entrañables para mí. La primera obra suya que recuerdo es Violent Cop (1989), cuyo título en japonés era Sono otoko, kyoubo ni tsuki, que viene a significar "Este hombre lleva la volencia consigo" (pena de traducción, el título original me parece glorioso). Y lo cierto es que las primeras pelis de Kitano giraban todas en torno al personaje del poli violento, como en este caso, o bien del yakuza vengativo y desarraigado que se tomará la revancha contra un entorno hostil. Ejemplos de esas últimas son Sonatine (1993) o Hana-Bi (1997). Destaca en ellas la extrema violencia pero también cierta sensibilidad muy japonesa, esa que nos muestra la sangre como un elemento dramático más, a veces tan exagerada y antinatural que le da un punto irreal y a la vez muy trágico. Esto a Tarantino le encanta y lo utiliza mucho en sus pelis, pero los japoneses llevan haciéndolo decenios.
Después de esta fase yakuza parece que al director le entraron ganas de explorar nuevos territorios creativos y así filmará dos joyitas. Una es El verano de Kikujiro (1999), donde un niño emprende junto a un adulto bastante impresentable (interpretado por Kitano, claro) un viaje a la búsqueda de su madre. Los lazos que se irán creando entre ellos, las escenas cómicas y los variopintos personajes con los que se irán cruzando hacen de esta peli mi preferida del director (junto a la siguiente).La siguiente es Dolls (2002), que narra tres historias entrecruzadas y muy tristes. Kitano compara a los seres humanos con marionetas de bunraku (teatro de marionetas tradicional japonés) que no saben bien cómo enfrentarse a su trágico destino. Impresionante película, no me olvidaré nunca de la historia de los dos amantes unidos por una cuerda (recuerdo inevitable a las rocas "casadas" de Meoto Iwa) sin que ella articule palabra durante el metraje. Por cierto, desde aquí recomiendo a todo el que tenga la oportunidad que acuda a un espectáculo de bunraku, a mí me dejó alucinado.

Últimamente, y después de realizar una gran versión de Zatoichi (2003), el samurái ciego, Kitano ha abordado temas más ligeros y, para mí, sus pelis han bajado bastante en su calidad, apareciendo cierto ombliguismo, como se puede ver en su trilogía formada por Takeshis' (2005), Glory to the Filmmaker (2007) y Achilles and the Tortoise (2008). su última peli hasta la fecha. En ellas aborda temas como la crisis de creatividad del autor y el papel del artista como contador de historias.
Esperamos con ansias nuevos proyectos de este director, que nos enseñó que un yakuza solitario también puede tener su corazoncito. Banzai, Kitano sensei!

3 comentarios:

  1. Lo de comparar la vida con Humor Amarillo me ha dejado con el ojete torcío

    ResponderEliminar
  2. Ja ja, bueno al final la vida es una comedia de la que hay que saber reirse.

    ResponderEliminar
  3. La vida es un viaje en una loncha de jamón saltanto peces gigantes y arriesgándonos en todo momento a caer en agua emponzoñada. ¿Sí o no?

    ResponderEliminar